INDAGACIÓN: CONDICIONES DE VIDA DE LOS ESCLAVOS / INQUEST: SLAVES' LIVING CONDITIONS

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University of Galway

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JPG

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Manuscript

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21

Source

Archivo Nacional de Cuba

Creator

Gobierno Superior Civil

Identifier

ANC_GSC_941_33186

Date

1842-02-23

Surname

Valdez

Firstname

Geronimo

Title

INDAGACIÓN: CONDICIONES DE VIDA DE LOS ESCLAVOS /
INQUEST: SLAVES' LIVING CONDITIONS

Translator

CSG

Description

Donde se inicia la indagación al sistema higiénico, moral y alimentario de los esclavos agrícolas.
Where the inquiry to to the hygienic, moral and alimentary system of agricultural slaves is initiated.

Transcript

001
Secretaría política
Año 1842
No. 14 inventario 182
No.
Expediente instruido de orden superior para reformar el sistema higiénico, moral y alimentos de los siervos que se emplean en la agricultura
Clasificado número 33,186
República de Cuba
Archivo Nacional
Legajo 941
Número 33186
Gobierno Superior Civil
Mesa 4ta.
002
Habana, 23 de febrero de 1842
Para formar con el acierto que deseo un sistema de higiene compatible con la conservación y aumento de los esclavos destinados al servicio de las fincas rurales que se consulte la salud de los siervos y su reproducción, con el justo trabajo que […] debido a su señor; necesito de las luces y práctica de usted para que me informe sobre los particulares que a continuación expreso; esperando que con el noble desinterés que le caracteriza, con los humanos sentimiento de un honrado Patricio, y en justa retribución de la confianza que me merece, desempeñará este cargo manifestándose clara y terminantemente su sentir; bien seguro que sabré apreciar este servicio en mi particular, además de la gratitud con que la posterioridad recibirá los beneficios que reporte en su informe.
Las cuestiones a resolver son las siguientes.
1ra. Si conviene a la salud y nutrición de los esclavos el sistema de darles la ración cruda como se acostumbra, o es posible darles su rancho cocinado y compuesto, a horas determinadas.
2da. En cualquiera de los de casa qué clase y cantidad de viandas y carne debe suministrársele, y por qué épocas del año es conveniente suspender el uso del maíz seco que produce por lo común disentería.
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3ra. Qué clase de vestido debe proveer a los esclavos, cuántas mudas al año, cuál para la cama y abrigo, y por qué tiempo se les ha de suministrar.
4ta. Qué horas deben tener trabajo, señalando fijamente las de levantarse y acostarse, así como las de descanso y comida, teniendo presente las estaciones y diversas faenas que en distintas épocas se ofrecen, ya sea para la siembra o la recolección.
5ta. Cuál es el sistema de enfermería más adecuado y en este punto como tan recomendable por humanidad y por interés, señalar las dimensiones del local destinado al objeto, su repartimiento interior, número de asistentes, estallamiento de botica, servicio del médico y enfermero, la clase de camas y alimento, con todo lo que sea conducente para alivio de los dolientes; comprendiendo en este informe si conviene situar aisladamente el edificio, cuáles serán las medidas de seguridad para que no tengan comunicación exterior, tanto por evitar el contagio de las enfermedades cutáneas, como por que de este modo desaparezca el deseo de estacionarse sin justo motivo en la enfermería.
6ta. Cuál sea el sistema más eficiente para regularizar las costumbres y moralidad de los negros casados: si el hacerlos vivir por familias en bohíos separados, trae algún perjuicio a los intereses del dueño; y a qué edad es conveniente […] la dirección de lo padres.
7ma. Qué orden conviene seguir con respecto a las negras cuando están en cinta, qué clase de trabajo y cuántas horas dedicadas a él: Lo mismo cuando lleguen al parto, cuál el sistema para después de la cuarentena, así como el alimento y cuidado de ellas y sus crías: la parte que las …
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… madres han de tomar en la lactancia de sus hijos a horas propias y con períodos regulares. Cuál será la planta más propia para una casa de criollos donde sean cuidados con esmero por personas de regular discernimiento, a fin de evitar las desgracias consiguientes a la inocencia.
8vo. Deseo una explicación terminante al sistema general seguido de proporcionar a los esclavos un pedazo de terreno llamado conuco para que siembren y aprovechen en su particular el producto lo mismo con respecto a la cría de cerdos u otros animales que se les permita, pues como todo ser viviente es sensible a los beneficios y es innato al hombre el deseo de tener propiedad; este sistema debe contribuir a la mejor moralidad de los esclavos, a que aprecien el punto donde reciben y a que miren con interés la hacienda de su señor, puesto que cede algo para la utilidad directa de ellos.
Tomando por tipo un ingenio de fabricar azúcar y un cafetal podrá usted hacer por nota algunas aclaraciones para las otras clases o fincas más usuales en esta Isla: recomendando a usted se sirva evacuar el informe lo más pronto que le sea posible.
005
Gobierno Político Militar de la Habana
A los mismos efectos que remite a V.S. el seis del corriente las ocho contestaciones que me habían dado otros tantos individuos acerca del mejor sistema higiénico que pudiera adaptarse con la esclavitud que se ocupa en las fincas rurales le dirijo las que he recibido del Excelentísimo Sor, Don Juan Montalvo y el Sor. Wenceslao Villa-Urrutia en la misma calidad devolutiva que debe …
006
… tener en cuenta a las ocho respuestas citadas.
Dios guarde a V.S. muchos años. Habana, 19 de abril de 1842
Gerónimo Valdés
Sr. teniente Gobernador Primero.
8
007
-El Marqués de Arcos
-Sr. Don Rafael O'Farrill
-El conde de la Fernandina
-Sr. Don Domingo Aldama
-Sr. Don Joaquín Muñoz y Aguirre
-Sr. Don Jacinto González Larrinaga
-Sr. Don Ángel Vazais
-Excelentísimo Sr. Don Joaquín Gómez
-Sr. Don Wenceslao de Villa-Urrutia
-Sr. Don Sebastián de Lara
-Sr. Don Patricio de Laguardia
-Sr. Don. Ignacio Herrera
-Don José Manuel Castillo
+El mayordomo o encargado del Ingenio Figueras
-Excelentísimo Sr. Don Juan Montalbán
008
Al teniente Gobernador primero
Habana, 6 de abril de 1842
Para que surta sus efectos en el proyecto de (…) que V.S. entiendo le remito los ocho informes que me han proveído los Sres. Don Rafael O’Farril, Excelentísimo Sr, Don Joaquín Gómez, Don José Manuel Carrillo, Don Ignacio Herrera, Don Sebastián José de Lara, Don Joaquín Muñoz Izaguirre, Excelentísimo Sr. Conde de Fernandina y Don Domingo de Aldama a consecuencia de la comunicación que tuve a bien dirigirles para que me dieran su parecer acerca del mejor sistema que pueda adoptarse para el trato de la esclavitud que se ocupa en las fincas rurales.
Dios &
009
Al intendente Gobernador primero
Habana, 15 de abril de 1842
A los mismos efectos que remití a V.S: el seis del corriente las ocho contestaciones que me habían dado otros tantos individuos acerca del mejor sistema higiénico que pudiera adoptarse con la esclavitud que se ocupa en las fincas rurales, le dirijo las que he recibido del Excelentísimo Sor. Juan Montalvo y del Sr. Don Wenceslao Villa-Urrutia en la misma calidad devolutiva que debe entender en cuanto a las ocho respuestas citadas.
010
Al teniente Gobernador primero.
Habana 17 de mayo de 1842
Remito a V.S. en calidad devolutiva la respuesta que me ha dado Don Jacinto González Larrinaga acerca del sistema higiénico que debe adoptarse con la esclavitud dedicada a la agricultura con lo demás que expresa a fin de que (…) a las que dirigí en 6 y 15 de abril próximo pasado, surta con ellas los efectos consiguientes.
Dios &
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Al teniente gobernador 1ro
Habana 3 de junio del 1842
Acompaño a V.S. original y en calidad devolutiva la contestación que me ha dado el Sor. Marqués de Arcos acerca de las noticias que le pedí sobre el (…) sistema higiénico observado con las dotaciones de las fincas (…) y demás particulares que se contraten a la adquisición de conocimientos o reglas que mejoren el sistema admitido desde ahora, con el fin de que mida a las anteriores obras con ella sus efectos en el proyecto de (…) en que V.S. entiende con los demás (…) al efecto …
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Excelentísimo Señor.
Un viaje al campo, en que he tenido que recorrer así todas mis fincas, no ha permitido que llegara a mis manos oportunamente el oficio de V.E. de 23 de febrero por que la incertidumbre de mi paradero hizo tener a mis dependientes que sufriese dicho oficio algún extravío en se remisión. Y aunque me es sumamente sensible, que mi contestación haya tenido tan larga demora, espero que V.E. tendrá la verdad.
Contrayéndome ahora a las preguntas que V.E. se sirve hacerme en el expresado oficio de cuya solución parece que se propone deducir las reglas bajo que piensa establecer un sistema de higiene que contribuya a la salud y reproducción de nuestros esclavos rurales, de un modo conciliable con el trabajo que deben a sus respectivos Sres.; me bastaría para contestarlas decir sencillamente a V.E. lo que sobre esto se practica en mis fincas, porque naturalmente es lo que me parece mejor. Más como quiera que esta cuestión es delicada, y que mi informe acaso sería incompleto si limitándome a satisfacer aisladamente las preguntas de V.E., no le manifestara con él reflexiones muy sólidas , la dificultad de poner en ejecución el pensamiento a que se dirige, como así mismo las inmediatas y remotas consecuencias que pudiera tener su realización; entenderé mi parecer más allá de los límites que V.E. demarca porque a nada menos me impele el recelo de contribuir con mi silencio al grave daño que veo envuelto en tan bien intencionada medida, la franqueza de mi carácter, mis deberes de buen patricio y la misma confianza con que V.E. ha querido distinguirme sin que me arredre para hacerlo así un falso respecto que, …
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… no sería ciertamente el homenaje más debido a una autoridad que solo busca el acierto en su laudable solicitud.
1ra y 2da. En mis fincas se da ración cocida, pero como en otras se acostumbra a suministrarla cruda, porque a los negros les acomoda guisarla a su manera, debo indicar a V.E. que no sería prudente alterar la práctica en ninguna por que algunas veces ha sido peligroso intentarlo. Difícilmente reciben los negros ninguna novedad, por más que les convenga sin una repugnancia que deje de causar descontento. Se dan a cada negro ocho onzas de carne y las viandas a saciedad, con la advertencia de que cuando los amos no tienen el terreno necesario para hacerlo así, la compran. El maíz se les da algunas veces a los negros, y no es seguramente un grano tan saludable el que produce la disentería (esta es una vulgaridad) si no las humedades, su mala preparación, y otras causas que son comunes a cualesquiera otros alimentos.
Se provee de dos mudas de ropa al año y una de abrigo.
Las horas de trabajo en mi casa son desde el amanecer hasta ponerse el sol, y las de comida y descanso tres o a prima noche, en las de luna se hace algún pequeño trabajo extraordinario cuando es preciso.
Mis enfermerías están asistidas con enfermeros y enfermeras a veces blancos y a veces de color. Y a los negros enfermos, así en punto a medicinas, como a alimento, ropa de cama y demás auxilios, sin exceptuar los de mera comodidad, o alivio, se le provee de todo lo que el facultativo dispone o aconseja. Por lo demás, los edificios destinados a dichas enfermerías son con excepción de un Ingenio nuevo que tengo de mampostería y teja, amplios y ventilados.
El medio que sería más conveniente a mi ver para regularizar las costumbres de los negros, sería el de inspirarles alguna idea de Sana Moral, teniendo al efecto en las fincas Capellanes que les dieran aquella parte de la instrucción …
014
… de sus colonias. Pudiéramos nosotros ni pensar en semejante auxilio a vista de las necesidades de la Patria.
Para explicar a V.E. el sistema que se sigue en mis haciendas con respecto a las negras en cinta, la clase de trabajo a que se dedican en este período, las horas que en aquel emplean, el orden que sigue para la asistencia de las negras que están de parto, las reglas a que se sujetan después de la cuarentena, el alimento que se le da a ellas y a sus crías, la parte que toman las madres en la lactancia de sus hijos, en qué horas y períodos &, sería necesario entrar en unos pormenores que aun cuando no ofrecen molestos, serian inútiles, porque imposible fuera informar unas prácticas, minuciosas, que varían según las circunstancias: por lo que me limitaré a decir a V.E. que sobre todos estos particulares, los mismo que sobre la habitación y el cuidado que se tiene con los criollos, se hace en mis fincas lo que me parece más conveniente a la humanidad que se halla felizmente combinado con mi propio interés.
8va. Con respecto a los llamados conucos, crías de cerdos y de aves, debe decir a V.E: que son concesiones que yo dispenso a mis esclavos, pero que estimo como actos de pura liberalidad, y en manera alguna obligatoria. Si llegaran a serlo, no acierto a calcular hasta qué punto se demandarían los esclavos para hacer efectivo su cumplimiento, ni hasta dónde llegarían las consecuencias de la creación de este derecho.
Satisfechas las preguntas de V.E. del modo que me ha sido posible, pasaré a manifestarle los graves inconvenientes que a mi parecer tendría la planificación del método de higiene.
Si en todos tiempos ha sido difícil deslindar los límites de la potestad dominica y peligroso ponerla en discusión en el día sería indudablemente perniciosa en sus efectos cualquiera providencia que pudiera enervarla. Una población negra …
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… cristiana que estuviese a su alcance, y que les hicieran cumplir los preceptos de la religión único freno sin el cual el negro, lo mismo que los blancos, están expuestos a incurrir en todas las miserias de que es susceptible la humana naturaleza, con la diferencia de que en las varias graduaciones de la sociedad, la moral del individuo aunque es verdad que si no descansa con los principios religiosos, es aparente y bastada, al menos se sostiene por el respeto a la opinión pública que necesita cada uno para mediar en su respectiva porción, la paso que en los esclavos, como es imposible hacerles comprender lo que es esa moral de aparato o de especulación, que de poco le sirviera en su condición abyecta, para que se corrijan de sus vicios y defectos, es indispensable o inculcarles los principios religiosos y con ellos la teoría de las penas, y recompensas futuras, o motivarlos a fuerza de castigos.
Lo peor es que el tener Capellanes trae tantos inconvenientes, que yo mismo he despedido al que siempre he tenido en mi ingenio, bien que he esforzado mis prevenciones para que se desempeñen con respecto a instrucciones religiosas y regularidad de costumbres, por el Administrador y Mayordomo las fincas propias de otros ministros. Sin embargo, siempre tengo a la vista un hecho tan sensible como cierto y que, aunque no llegue a plantearse el método de higiene, conviene que V.E: lo sepa. Los negros hablando en general viven en la mas crasa ignorancia de todo principio religiosos, de toda noción moral y como extremos se tocan, son por decirlo así, tan materialistas en su humilde estupidez como el ateo en su ciencia orgullosa. ¿Qué puede esperar la tranquilidad pública de una población tan numerosa, que no tienen más freno que el temor y el castigo?
El gobierno inglés se hacia remitir por trimestres, un estado del número de negros que comulgaban en seis colonias, y creyó necesario en el año 1823 pedir a las Cámaras un fondo para dotar Capellanes, en todas las fincas de …
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… sus señores y que solo está sofocado por el temor, el respeto, la obediencia y hábitos de no conocer más autoridad que la del amo.
En fin, esta providencia destruirá enteramente el prestigio que mantiene a los eslavos en subordinación, porque sería considerada por ellos, como un acto de represión a lo menos de precaución contra el posible abuso de la autoridad de sus señores, a quienes empezarían a mirar como opresores, que han hecho necesaria la intervención del gobierno para disminuir su autoridad y vigilarla y reprimirla.
Son harto delicados y conocidos los resortes de la subordinación para que no sea de gran peligro modificarlos siquiera por ningún medio directo o indirecto.
Las leyes severas de la milicia a nadie pueden explicarle mejor que a un militar como V.E. los milagros de la subordinación de ese freno mágico, con cuya fuerza moral una voz solo conduce a la muerte a millares de hombres armados que sin un respeto […] a sus jefes podrían hacer los ellos muy a menudo lo que seguramente harían con sus amos 500mil esclavos que llegaran a comprender el poder de la fuerza bruta, una vez que llega a saltar las barreras de la subordinación.
El respeto a los superiores en sus diferentes jerarquías sea cual fuere la naturaleza del poder que ejerzan, es la base de la tranquilidad y del orden y si alguna vez el olvido de esta máxima social ha podido prometer días de paz y de ventura en una nación civilizada y de una población homogénea, ese olvido sería funesto en un país de esclavos y señores, pues de cualquier manera y por cualquier motivo que se disminuya el privilegio de la autoridad en una sociedad así constituida, más tarde o más temprano, el resultado ha de ser siempre desastroso. Aun cuando algunos amos abusen a veces de su autoridad ya sea en el uso del castigo, ya en el exceso del trabajo, o en la falta de alimento y vestido que les deben, es menester examinar el remedio de estos males, no sería productivo de otros mucho …
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… superiores en número a la de blancos porque se han desatendido los medios de equilibrarla, está amenazando la suerte de esta isla. Sujeta esa raza a una condición dura y violenta, estallará la explosión que debemos tener el día que tenga la conciencia de su propia fuerza.
Nada puede contribuir mejor a descubrirles esta triste verdad que el ver debilitada de cualquier manera que sea la fuerza moral de sus señores o menoscabar su autoridad.
Las vivas esperanzas que han conseguido de obtener su libertad todos los esclavos capaces de algún discernimiento, por causas que desgraciadamente han tenido demasiada publicidad, pro protección que saben les dispensa el gobierno inglés, la instigaciones con que su mismo cónsul ha llegado a tentar la fidelidad de algunos, las emancipaciones que se están realizando, la cesación efectiva de la trata: todas estas circunstancias lo tienen en un estado de excitación tan peligroso que debe llamar la atención del gobierno antes para ponerle antídotos, que para adoptar providencias que en sus resultados pudieran estimarlo más.
A mi parecer cualquiera que V.E. dictara para exigirles de una manera explícita a los amos el cumplimiento de aquellas reglas de buen gobierno, minuciosas en su finca, sería fatal porque un reglamento que la detallara, que sujetara su observación a la vigilancia de agentes subalternos, que impusiera penas, que para averiguar las infracciones estableciera visitas domiciliarias y pesquisas, abriendo la puesta a la delación, a la calumnia, a los enredos a que tanto se presta el espíritu que domina en nuestro por, ese reglamento sin hacer el bien que V.E. se propone, sin saberlo V.E. y sin quererlo, no haría otra cosa en sus efectos, que aflojar los lazos de la subordinación, dar lugar a cada paso a un conflicto de atribuciones entre los agentes de V.E. y los dueños de esclavos, crear en estos un espíritu de recriminación permanente, y desarrollar en ellos el germen de animadversión que naturalmente abrigan contra …
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… ministro de las Colonias inglesas empezó por dirigir a los Gobernadores su circular de julio de 1823 anunciándoles con mucha suavidad las mejoras que el Gobierno de S.M. Británica desearía ver introducidas en el Código negro de las colonias y que solo indicaba por vía de Consejo. La primera fue la de la instrucción religiosa indicando, además, que los negros no debían trabajar el domingo, sino emplearlo en rezar y recomendarse a Dios. A ella siguieron las reglas del buen trato de la moderación en los castigos. Vinieron después la concesión que se les debía hacer en un pedazo de tierra, el derecho que era de concederles de tener propiedad y transmitirla, la necesidad de obligar a los amos a que llevasen un registro en que se inscribieran todos los castigos que pasaran de tres latigazos, la de darles a los esclavos un tiempo equivalente al que se le quitara en el Domingo, la de admitir como testigos en los procedimientos civiles y criminales, la de limitar la autoridad de los amos, y sus agentes, la de nombrar protectores a los esclavos en cada colonia: en fin todas la demás al parecer muy humanas y muy inocentes, pero con las cuales se preparó el acta de emancipación, y aunque las Colonias resistieron la intervención de la metrópoli en su gobierno interior, y la declaración inconstitucional, todas sus legislaturas y hubo movimientos insurreccionales en muchas de ellas, al fin triunfó la perseverancia inglesa. Ahora bien, consentiría V.E. un solo momento en usar ninguna medida semejante a las que puso en planta el gobierno inglés uso de esos medios para destruir la prosperidad de Jamaica, porque no le convenía, nosotros debemos evitarlos todos para conservar la prosperidad y la tranquilidad de la Isla de Cuba; y en fin que, puesto que el Gobierno inglés es nuestro enemigo declarado, la regla más segura que podemos adoptar para gobernar a nuestros siervos, es hacer …
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… mayores. Pudieran presentarse ejemplos de la aplicación de esta máxima llevada hasta el exceso contra nosotros mismos. El General Tacón en cuya famosa residencia se presentaron contra él, cincuenta demandas, fue arrestado para que en lo sucesivo se arreglase a las leyes, y sin embargo fue declarado absuelto ¿y por que tamaño inconsecuencia? Por qué cree el gobierno, que no debe desautorizarse al que manda aunque abuse de su autoridad por no debilitarla ¿y serán menos tolerables en un amo faltas comunes de mucha menor entidad y consecuencia, que las que puede cometer un jefe arbitrario? ¿O serán los dueños de una propiedad esclava menos dignos de ser sostenidos y considerados que los gobernantes de un pueblo libre?
Agréguese a esto, que las faltas que se quieren remediar son muy parciales, y muy raras. Con respecto al trato de los esclavos, los amos serían muy idiotas, si no estuvieran convencidos de que su propio interés se halla perfectamente identificado con el cumplimiento de todos sus deberes.
Las máximas fascinadoras de una filantropía interesada y embustera, y por otra parte las calumnias con que respecto a la suerte de la esclavitud, se pretende apoyarla, son las que tienen extraviada la opinión en este punto, y alucinados a muchos hombre sensibles y rectos: pero no a todos porque ya pocos ignoran que esos ingleses que bajo la capa de esa fermentada filantropía han escondido sus intereses, y se han erigido detractores de la esclavitud y abogados de la humanidad afligida, tienen en La India mas de 12 millones de esclavos pero tratados que los nuestros en su territorio, se mueren de hambre todos los años un 17% de la población! ¡Y en Irlanda solo, más de mil! ¿Cuándo se ha visto morir en la isla de cuba por falta de alimento un solo esclavo?
En fin, V.E. sabe que con esta clase de medida preparó el Gobierno inglés la abolición de la esclavitud en sus colonias. Impreso sobre el expediente de su emancipación. El Lord Bathurst, …
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… todo lo contrario de lo que ese gobierno desearía que nosotros hiciésemos. La opinión que sobre esta materia tuviese el Sor. Cónsul inglés, no dejaría de dar bastante luz para formar sobre ella un juicio exacto.
Pero sea de esto lo que fuere: no conviene Excelentísimo Sor. hacer ninguna innovación sobre el trato de los esclavos. Así como los habitantes de esta isla se hallan privados de todos los derechos políticos que (absolutamente hablando) no puede negar su injusticia un gobierno representativo, y se le niegan porque se dice que no conviene, así también ninguna concesión en favor de los esclavos que, innovando su régimen interior, pueda despertar en ellos ideas de insubordinación, debe adoptarse, porque dicen los amos y la razón y la experiencia que no conviene. Y me parece que no puede hacerme una comparación menos favorable a estos fideicomisos habitantes y a su dignidad de hombres libres, que la de colocarlos con respecto al gobierno en la misma posición que tiene con respecto a su dueño un infeliz esclavo.
Pero yo me he extendido a mucho más de lo que V.E. debía esperar de mi informe. Yo he molestado tal vez su respetable y ocupada atención. Sin embargo, creo haber cumplido con mi deber y esto bastará para que V.E. sirva dispensarme si me he equivocado en los medios.
Dios que a V.E. &
Habana 18 de mayo de 1842
Excelentísimo Señor el marqués […] al Excelentísimo Gobernador y Capitán General de la Isla de Cuba
021
Remito a V.S. en calidad devolutiva la respuesta que me ha dado Don Jacinto González Larrinaga acerca del sistema higiénico que debe adoptarse con la esclavitud dedicada a la agricultura con lo demás que expresa a din de que unida a las que le dirigí en 3 y 15 del abril próximo pasado surta en ellas los efectos consiguientes.
Dios que a V.S. &
Habana, 19 de mayo de 1842
Gerónimo Valdés al teniente Gobernador Primero.
2

Language

Spanish

Abstract

23 de febrero de 1842. Para formar un sistema de higiene compatible con la conservación y aumento de los esclavos destinados al servicio de las fincas rurales, Gerónimo Valdez, Teniente Gobernador primero Gobierno de la Habana, consulta con El Marqués de Arcos, Don Rafael O’Farril, El conde de la Fernandina, Don Domingo Aldama, Don Joaquín Muñoz y Aguirre, Don Jacinto González Larrinaga, Don Ángel Vazais, Excelentísimo Don Joaquín Gómez, Don Wenceslao de Villa-Urrutia, Don Sebastián de Lara, Don Patricio de Laguardia, Don. Ignacio Herrera, Don José Manuel Castillo, +El mayordomo o encargado del Ingenio Figueras y Excelentísimo Don Juan Montalbán la salud de los esclavos y su reproducción en los particulares a continuación, tomando por tipo un ingenio de fabricar azúcar y un cafetal.
1ra. Si conviene darles la ración cruda como se acostumbra, o es posible darla cocinada, compuesta y a horas determinadas.
2da. Clase y cantidad de viandas y carne que debe suministrarse, y por qué épocas del año es conveniente suspender el uso del maíz seco que produce disentería.
3ra. Clase de vestido que se debe proveer y cuántas mudas al año. Cuál es para la cama y cuál para el abrigo, y la temporada en se les ha de suministrar.
4ta. Horario de trabajo, señalando la hora de levantarse, acostarse, descanso y comida, teniendo presente las estaciones y faenas ya sea para la siembra o la recolección.
5ta. El sistema de enfermería. Señalar las dimensiones del local, su repartimiento interior, número de asistentes, la botica, servicio del médico y enfermero, la clase de camas y alimentos. Si el edificio está aislado y las medidas de seguridad para evitar el contagio de enfermedades cutáneas y el deseo de estacionarse sin justo motivo en la enfermería.
6ta. El sistema para regular las costumbres y moralidad de los casados. Si viven por familias en bohíos separados; y a qué edad es conveniente separar a los críos de los padres.
7ma. El orden cuando están en cinta. Qué clase de trabajo y cuántas horas dedicadas a él. Al parto, cuál es el tiempo de cuarentena, el alimento y cuidado de ellas y sus crías. La parte que las madres toman en la lactancia y los horarios. La planta más propia para una casa de criollos donde sean cuidados por personas de regular discernimiento, a fin de evitar las desgracias consiguientes a la inocencia.
8va. El sistema de proporcionar un pedazo de terreno llamado conuco para que siembren y críen los animales que se les permitan pues, como todo ser viviente, es sensible a los beneficios y le es innato el deseo de tener propiedad. Este sistema debe contribuir a la mejor moralidad de los esclavos y a que aprecien la hacienda de su señor.
18 de mayo de 1842. La Habana. Don Jacinto González Larrinaga, Marqués de (…) a Gerónimo Valdés, al teniente Gobernador Primero y al Excelentísimo Gobernador y Capitán General de la Isla de Cuba. Las preguntas para establecer un sistema de higiene que contribuya a la salud y reproducción de nuestros esclavos rurales, de un modo conciliable con su trabajo, no le manifestarán reflexiones muy sólidas por la dificultad de poner en ejecución el pensamiento a que se dirige y el grave daño que tan bien intencionada medida ocasionaría.
1ra y 2da. En mis fincas se da ración cocida, pero como en otras se acostumbra a suministrarla cruda, porque a los negros les acomoda guisarla a su manera, debo indicar que no sería prudente alterar la práctica porque algunas veces ha sido peligroso intentarlo. Se dan a cada negro ocho onzas de carne y viandas a saciedad, con la advertencia de que cuando los amos no tienen el terreno necesario para hacerlo así, la compran. El maíz se les da algunas veces a los negros, y no es un grano tan saludable el que produce la disentería.
Se provee de dos mudas de ropa al año y una de abrigo.
Las horas de trabajo en mi casa son desde el amanecer hasta ponerse el sol, y las de comida y descanso tres o a prima noche. En las de luna se hace algún pequeño trabajo extraordinario cuando es preciso.
Mis enfermerías están asistidas con enfermeros y enfermeras a veces blancos y a veces de color. A los negros enfermos, se le provee de todo lo que el facultativo dispone o aconseja en cuanto a medicinas, alimentos, ropa de cama y demás auxilios, sin exceptuar los de mera comodidad o alivio. Los edificios de enfermerías son amplios y ventilados con excepción del Ingenio nuevo que son de mampostería y teja.
El sistema que se sigue en mis haciendas con las negras en cinta, la clase de trabajo a que se dedican en este período, las horas de empleo, la asistencia de las negras que están de parto, las reglas a que se sujetan después de la cuarentena, el alimento que se le da a ellas y a sus crías, la parte que toman las madres en la lactancia de sus hijos a qué horas y en qué períodos, sería necesario entrar en pormenores inútiles. Es imposible informar de unas prácticas que varían según las circunstancias por lo que me limitaré a decir que se hace en mis fincas lo que me parece más conveniente a la humanidad y se halle felizmente combinado con mi propio interés.
8va. Yo dispenso las concesiones de conucos, crías de cerdos y de aves a mis esclavos como actos de liberalidad en manera alguna obligatoria. Si llegaran a serlo, no acierto a calcular hasta qué punto demandarían los esclavos su cumplimiento, ni hasta dónde llegarían las consecuencias de la creación de este derecho.
Satisfechas las preguntas pasaré a manifestarle los graves inconvenientes que, a mi parecer, tendría la planificación del método de higiene.
Siempre ha sido difícil deslindar los límites de la potestad dominica y, perniciosa, cualquiera providencia que pudiera enervarla. Para la población negra cristiana los preceptos de la religión son el único freno sin el cual el negro, lo mismo que los blancos, incurre en todas las miserias de que es susceptible la naturaleza humana, con la diferencia de que, en las varias graduaciones de la sociedad, si la moral del individuo no descansa en los principios religiosos, ha de sostenerse por el respeto a la opinión pública. En el caso de los esclavos, como es imposible hacerles comprender esa moral que de poco les sirve en su condición abyecta para corregir sus vicios y defectos, es indispensable inculcarles los principios religiosos y con ellos la teoría de las penas, las recompensas futuras y motivarlos a fuerza de castigos.
Lo peor es que el tener Capellanes trae tantos inconvenientes, que yo mismo he despedido al que siempre he tenido en mi ingenio. Ahora el Administrador y el Mayordomo desempeñan las instrucciones religiosas y la regularidad de costumbres. Los negros viven en la más crasa ignorancia de todo principio religioso, de toda noción moral y son tan materialistas en su humilde estupidez como el ateo en su ciencia orgullosa. ¿Qué puede esperar la tranquilidad pública de una población tan numerosa, que no tienen más freno que el temor y el castigo?
El gobierno inglés, que hacía remitir por trimestres un estado del número de negros que comulgaban en seis colonias, en 1823 pidió a las Cámaras un fondo para dotar de Capellanes todas las fincas y así sofocar el temor con el respeto, la obediencia y los hábitos. En Cuba, esta providencia destruirá enteramente el prestigio del amo que mantiene a los eslavos en subordinación, porque sería considerada como una precaución contra el abuso de la autoridad de sus señores, a quienes empezarían a mirar como opresores, que han hecho necesaria la intervención del gobierno para vigilarles y reprimirles. Las leyes severas de la milicia son ese freno mágico cuya fuerza moral conduce a la muerte a millares de hombres armados por respeto a sus jefes. Lo mismo, seguramente, harían con sus amos los 500 mil esclavos si llegaran a comprender el poder de la fuerza bruta para saltar las barreras de la subordinación. La disminución del privilegio de la autoridad en una sociedad constituida en el respeto a los superiores, más tarde o más temprano resulta desastrosa. Aun cuando algunos amos abusen de su autoridad ya sea en el uso del castigo, el exceso del trabajo, o en la falta de alimento y vestido, al examinar el remedio de estos males no sería productivo desequilibrarla amenazando la suerte de esta isla a que estalle la explosión que debemos tener el día que tengan conciencia de su propia fuerza. Nada puede contribuir mejor a descubrirles esta triste verdad que el ver debilitada la fuerza moral de sus señores o menoscabada su autoridad.
Las vivas esperanzas que han conseguido al obtener su libertad los esclavos capaces de discernimiento por la protección que saben les dispensa el gobierno inglés, las instigaciones con que su mismo cónsul ha llegado a tentar la fidelidad de algunos, las emancipaciones que se están realizando, la cesación efectiva de la trata: todas estas circunstancias lo tienen en un estado de excitación tan peligroso que debe llamar la atención del gobierno para ponerle antídoto.
Sería fatal si se dictara de manera explícita a los amos el cumplimiento de reglas de gobierno minuciosas porque un reglamento que la detalle y les sujetara la observación y vigilancia de agentes subalternos con visitas domiciliarias y pesquisas, abre la puerta a la delación, a la calumnia, a los enredos y no haría otra cosa en sus efectos, que aflojar los lazos de la subordinación, dando lugar a un conflicto de atribuciones entre los agentes y los dueños de esclavos y desarrollando en ellos la animosidad que naturalmente abrigan.
El ministro de las Colonias inglesas, con su circular de julio de 1823, empezó por dirigir a los Gobernadores anunciándose con mucha suavidad las mejoras que el Gobierno de S.M. Británica desearía introducir en el Código negro de las colonias como consejo. La primera fue la de la instrucción religiosa indicando, además, que los negros no debían trabajar el domingo, sino emplearlo en rezar y recomendarse a Dios. A ella siguieron las reglas del buen trato y de la moderación en los castigos. Vino después la concesión de un pedazo de tierra, el derecho a tener propiedad y transmitirla. Siguió la necesidad de obligar a los amos a que llevasen un registro de los castigos que pasaran de tres latigazos, la de darles a los esclavos un tiempo equivalente al que se les quitara los domingos, la de admitirlos como testigos en los procedimientos civiles y criminales, la de limitar la autoridad de los amos, y sus agentes, la de nombrar protectores de los esclavos en cada colonia. En fin, todas al parecer humanas e inocentes, pero con las cuales se preparó el acta de emancipación, y aunque las Colonias resistieron la intervención de la metrópoli con su gobierno interior y declararon inconstitucional sus legislaturas y hubo movimientos insurreccionales en muchas de ellas, al fin triunfó la perseverancia inglesa. Debemos evitar medidas semejantes a las que puso el gobierno inglés para destruir la prosperidad de Jamaica, para conservar la prosperidad y la tranquilidad de la Isla de Cuba puesto que el Gobierno inglés es nuestro enemigo declarado.
Pudieran presentarse ejemplos de la aplicación de esta máxima llevada hasta el exceso contra nosotros mismos. El General Tacón en cuya famosa residencia se presentaron contra él, cincuenta demandas, fue arrestado para que en lo sucesivo se arreglase a las leyes, y sin embargo fue declarado absuelto ¿y por qué tamaño inconsecuencia? Por qué cree el gobierno, que no debe desautorizarse al que manda, aunque abuse de su autoridad por no debilitarla ¿y serán menos tolerables en un amo faltas comunes de mucha menor entidad y consecuencia, que las que puede cometer un jefe arbitrario? ¿O serán los dueños de una propiedad esclava menos dignos de ser sostenidos y considerados que los gobernantes de un pueblo libre? Agréguese a esto, que las faltas que se quieren remediar son muy parciales, y muy raras. Con respecto al trato de los esclavos, los amos serían muy idiotas, si no estuvieran convencidos de que su propio interés se halla perfectamente identificado con el cumplimiento de todos sus deberes.
Las máximas de una filantropía interesada y embustera, y las calumnias con que se pretende apoyar la esclavitud, son las que tienen extraviada la opinión, y alucinados a muchos hombres sensibles y rectos. Pero no a todos porque ya pocos ignoran que esos ingleses que bajo la capa de su filantropía han escondido sus intereses, y se han erigido detractores de la esclavitud y abogados de la humanidad afligida, tienen en La India más de 12 millones de esclavos a quienes tratan peor que a los nuestros. ¡Se muere de hambre todos los años un 17% de la población! ¡Y en Irlanda solo, más de mil! ¿Cuándo se ha visto morir en la isla de cuba por falta de alimento un solo esclavo? En fin, que con esta clase de medidas preparó Lord Bathurst abolición de la esclavitud en sus colonias. La opinión que sobre esta materia tuviese el Cónsul inglés, no dejaría de dar bastante luz para formar sobre ella un juicio exacto.
No conviene hacer innovaciones al trato de esclavos. Así como a los habitantes de esta isla se les priva de derechos políticos, y se les niegan porque se dice que no conviene, así ha de privarse a los esclavos de un régimen que pueda despertar en ellos ideas de insubordinación.
February 23, 1842. In order to form a hygiene system compatible with the conservation and increase of the slaves assigned to the service of rural farms, Gerónimo Valdez, First Lieutenant Governor of the Government of Havana, consults with the Marquis of Arcos, Don Rafael O 'Farrill, The Count of Fernandina, Don Domingo Aldama, Don Joaquín Muñoz y Aguirre, Don Jacinto González Larrinaga, Don Ángel Vazais, His Excellency Don Joaquín Gómez, Don Wenceslao de Villa-Urrutia, Don Sebastián de Lara, Don Patricio de Laguardia, Don. Ignacio Herrera, Don José Manuel Castillo, +The steward or manager of the Figueras Sugar Mill and His Excellency Don Juan Montalbán the health of the slaves and their reproduction in the following individuals, taking as type a sugar mill and a coffee plantation.
1st. If it is convenient to give them the raw ration as usual, or it is possible to give it cooked, compounded and at certain times.
2nd Type and amount of food and meat that should be supplied, and at what times of the year it is convenient to suspend the use of dry corn that produces dysentery.
3rd. Kind of clothing to be provided and how many changes per year. Which is for the bed and which as the coat, and the season in which they must be supplied.
4th Work schedule, indicating the time to get up, go to bed, rest and eat, keeping in mind the seasons and tasks during either planting or harvesting.
5th The nursing system. Point out the dimensions of the premises, its interior distribution, number of attendees, the pharmacy, the doctor and nurse service, the type of beds and food. If the building is isolated and what security measures are there to avoid the spread of skin diseases and the desire to be, for no reason, in the infirmary.
6th The system to regulate the customs and morality of married people. If they live as families in separate huts; and at what age it is convenient to separate the children from their parents.
7th The system when they are pregnant. What kind of work do they do and how long for. At birth, what is the quarantine time, what food and care is given to them and their young. The part that mothers take in breastfeeding and the schedules. The most appropriate design for a Creole house where they are cared for by people of regular discernment, in order to avoid the misfortunes resulting from innocence.
8th The system of providing a piece of land called a conuco so that they can plant and raise the animals that are allowed to them, since, like all living beings, they are sensitive to benefits and have an innate desire to own property. This system should contribute to the better morality of the slaves and to their appreciation of their master's estate.
May 18, 1842. Havana. Don Jacinto González Larrinaga, Marquis of (…) to Gerónimo Valdés, the First Lieutenant Governor and His Excellency Governor and Captain General of the Island of Cuba. The questions to establish a hygiene system that contributes to the health and reproduction of our rural slaves, in a way that is reconcilable with their work, will not show very solid reflections due to the difficulty of putting into execution the thought to which it is directed and the serious damage that such a well-intentioned measure would cause.
1st and 2nd. On my farms rations are provided cooked, but as on other farms it is customary to supply it raw, because it suits the blacks to cook it in their own way, I must indicate that it would not be prudent to alter the practice because attempts to do so have resulted dangerous. Eight ounces of meat and root-vegetables are given to each Negro to satiety, with the warning that when the masters do not have the necessary land to do so, they buy it. Corn is sometimes given to Negroes, and when it is not so wholesome a grain it causes dysentery.
Two changes of clothes per year and one coat are provided.
The working hours in my house are from sunrise to sunset, and the hours for eating and resting are three or the first night. During a full moon, some small extraordinary work is carried out when necessary.
My infirmaries are staffed by male and female nurses who are sometimes white and sometimes black. Sick Negroes are provided with everything that the doctor has or advises in terms of medicine, food, bedding and other aid, without excepting those of mere comfort or relief. The infirmary buildings are spacious and airy, with the exception of the new Sugar Mill, which is made of masonry and tile.
To expand on the system that is followed on my farms with pregnant black women, the kind of work they do during this period, the hours of employment, the care of black women who are in labor, the rules to which they are subject after the quarantine, the food that is given to them and their young, the part that mothers take in nursing their children at what times and in what periods, it would be necessary to go into useless details. It is impossible to report on practices that vary according to the circumstances, so I will limit myself to saying that what seems to me to be the most practical course is what is done on my farms as convenient to humanity when this is happily combined with my own interest.
8th I dispense the concessions of conucos, piglets and poultry to my slaves as acts of liberality which are in no way obligatory. If they were to be, I would not to imagine the extent to which the slaves would demand their fulfillment, nor how far the consequences of the creation of this right would reach.
Satisfied with the questions, I will go on to show you the serious drawbacks that, in my opinion, the planning of the hygiene method would have.
It has always been difficult to define the limits of Dominican authority and, pernicious, any providence that could weaken it. For the black Christian population, the precepts of religion are the only brake without which the black, like the whites, incur all the miseries to which human nature is susceptible, with the difference that, in the various degrees of society, if the morality of the individual does not rest on religious principles, it must be sustained by respect for public opinion. In the case of slaves, as it is impossible to make them understand a morality which is of little use in their abject condition to correct their vices and defects, it is essential to instill in them religious principles including the theory of penalties, future rewards and motivate them by force of punishment.
The worst thing about having Chaplains is that they bring so many inconveniences that I myself have fired the one I had always had in my mill. Now the Administrator and the Mayordomo carry out the religious instructions and the regularity of customs. Blacks live in the grossest ignorance of any religious principle, of any moral notion, and are as materialistic in their humble stupidity as the atheist in his proud science. What can public tranquility expect from such a large population, whose only restraint is fear and punishment?
The English government, which sent quarterly a statement of the number of blacks who took communion in six colonies, in 1823 asked the Chambers for a fund to provide Chaplains to all the farms and thus suffocate fear with respect, obedience and habits. In Cuba, this provision will completely destroy the prestige of the master who keeps the slaves in subordination, as it would be considered a precaution against the abuse of authority by their masters, whom they would begin to see as oppressors, who have made the intervention of the slave necessary to govern, monitor and repress them. The severe laws of the military are the magical brake with the moral force that leads to the death of thousands of armed men out of respect for their chiefs. Surely 500,000 slaves would do the same to their masters if they came to understand the power that brute force has to jump the barriers of subordination. The diminution of the privilege of authority in a society constituted in respect for superiors sooner or later turns out to be disastrous. Even when some masters abuse their authority either in the use of punishment, overwork, or lack of food and clothing, in examining the remedy for these ills it would not be productive to unbalance the status quo by threatening the fate of this island to explode the day they become aware of their own strength. Nothing can contribute better to revealing this sad truth to them than to see the moral strength of their masters weakened or their authority undermined.
The lively hopes that slaves capable of discernment have achieved by obtaining their freedom because of the protection that they know the English government gives them, the instigations with which their own consul has come to tempt the fidelity of some, the emancipations that are taking place, the effective cessation of trafficking: all these circumstances have them in such a dangerous state of arousal that must merit the attention of the government to put an antidote.
It would be fatal if the masters were explicitly dictated to comply with detailed government rules because a regulation that details it and subjects them to the observation and surveillance of subordinate agents with home visits and investigations, opens the door to denunciation, to slander , to the entanglements and would do nothing else in its effects, than to loosen the ties of subordination, giving rise to a conflict of attributions between the agents and the owners of slaves and developing in them the animosity that they naturally harbor.
The Minister of the English Colonies, with his circular of July 1823, began by directing to the Governors, a very gentle announcement about the improvements that H.M. Government would like to include in the Slave Code for the Colonies by way of advice. The first was that of religious instruction indicating, furthermore, that blacks should not work on Sunday, but use this time to pray and commend themselves to God. Furthermore, Masters were advised to follow rules of good treatment and moderation in punishment. Thereafter came rules that granted slaves a piece of land: the right to own property and transmit it. Then followed a requirements for masters to keep a record of punishments exceeding three lashes; to give slaves a time, equivalent to that taken from them on Sundays; to admit them as witnesses in civil and criminal proceedings. The appointment of protectors to the slaves in each colony limmited the authority of masters and their agents. In short, all these apparently, human and innocent recommendations helped prepare the emancipation act and, although the internal governments of the Colonies resisted the intervention of the metropolis declared their legislatures unconstitutional. There were insurrectionary movements in many colonies but, in the end, English perseverance triumphed. We must avoid measures similar to those put in place by the British government to destroy the prosperity of Jamaica, to preserve the prosperity and tranquility of the Island of Cuba, since the British Government is our declared enemy.
Examples of the application of this maxim carried to excess against ourselves do exist. 50 lawsuits were filed against General Tacón, at his famous residence. He was arrested so that he would, thenceforth, comply with the laws. He was acquitted, but for what manner of inconsistency? Why does the government believe that the ruler should not be disavowed, even if he abuses his authority in order not to weaken it, and will common faults of much less importance and consequence be less tolerable in a master than those committed by an arbitrary chief? Or will the owners of slave property be less worthy of support and consideration than the rulers of a free people? Add may we add that these faults to be remedied are very partial, and very rare. With regard to the treatment of slaves, the masters would be very idiotic were they not convinced that their own interest is perfectly matched with the performance of all their duties.
The maxims of an interested and deceitful philanthropy, and the calumnies with which slavery is intended to be supported, are those that have misled the opinion, and confused many sensitive and upright men. But not all men, because few remain unaware that some Englishmen have hidden their interests under the cloak of their philanthropy. They have set themselves up as detractors of slavery and advocates of an affected humanism, while, in India they have more than 12 million slaves whom they treat worse than we ours. Every year 17% of their slaves die of hunger! And, in Ireland alone, more than a thousand! When has a single slave been known to die on the island of Cuba from lack of food? In short, with these measures, Lord Bathurst prepared the abolition of slavery in his colonies. The opinion that the English Consul has on this matter would not fail to shed enough light to form an exact judgment on it.
It is not convenient to make innovations to the treatment of slaves. Just as the inhabitants of this island are deprived of political rights, and they are denied because it is said that it is not convenient, so the slaves must be deprived of a regime that can arouse in them ideas of insubordination.

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